HISTORIA DE CHOCOLATES “HELENA”.
Los chocolates Helena son
muy conocidos en nuestro medio y tienen más de 36 años de trayectoria en el
mercado. La especialidad de esta marca son las chocotejas, inspiradas en las
tejas iqueñas —cuya antigüedad rebasa los 100 años— que se preparaban con
manjar y frutas almibaradas.
Con una vida hecha y
luego de dar a luz a su séptimo hijo, Elena Soler de Panizo decidió darle un
mayor sentido a su vida. Animada por su esposo Jorge, se inició en la
repostería, en la “repostería fina”, dice. Para ese entonces, sus creaciones ya
eran harto conocidas en las reuniones familiares y se preguntó: “¿por qué no
las vendo?”
Fue entonces que su
esposo —que es administrador de empresas— le dio una perspectiva para comenzar
a hacer las cosas y neutralizar riesgos. Su esposo fue su mayor fuerza e
inspiración.
Empezó con los toffees y
luego vendría su famoso “pecanroll” (un enrollado de chocolate, pecanas y
toffe). En ese entonces su cocina se había convertido en un pequeño taller. “No
había necesidad económica, lo mío pasaba por un tema de escasez de cosas finas,
de dulces, etcétera”.
El encanto por los dulces
llegó cuando era una niña. Elena tenía una vecina a la que llamaba tía y
gracias a ella conoció el olor, el sabor, las sensaciones del chocolate.
Sus hijos fueron sus
primeros trabajadores, ya que envolvían con alegría y entusiasmo cada teja que
su madre hacía. En la actualidad, Jorge Panizo se ha convertido en su gerente
general y Fernando Panizo es el responsable de vender las chocotejas peruanas
en diferentes minimarkets de Miami.
Hoy Helena es una marca
de exportación. Chile y Estados Unidos, disfrutan de su sabor e incluso en los
aires también se comen tejas (desde hace un tiempo sus dulces son repartidos en
los vuelos de una conocida aerolínea). Pese a ello y a la fama conseguida, la
señora Soler se describe solo como una fanática de la repostería fina.
A pesar de la entrada de
los chocolates importados nunca se rindió. Incluso la implementación de la
línea de chocotejas -incluyendo las especiales, cuyos sabores son la cereza, la
frambuesa, entre otros manjares-, le permitió facturar en el año 2008 más de
1,5 millones de dólares. Así, Helena se consolidó como el principal exportador
de chocolates gourmet a Estados Unidos.
HISTORIA
DE LA EMPRESA “RENZO COSTA”
Marina
Bustamante es dueña y gerente general de Renzo Costa. Proveniente de una
familia de escasos recursos de Barrios Altos, esta perseverante emprendedora
luchó para alcanzar el reconocimiento empresarial.
“Nosotros
los que venimos de abajo no nos asusta nada, porque el haber estado allí nos
dio una lección de vida, la cual nos da fortaleza para continuar adelante”,
cuenta Marina Bustamante.
Marina
recuerda que su gusto por el cuero nació desde muy niña porque siempre estuvo
relacionada con él, ya que su abuelo fue curtidor de este material. Por ello,
apenas terminó el colegio tuvo la idea de tener una empresa que le permitiera
realizar sus creaciones. Según cuenta, comenzó a confeccionar las carteras por
hobbie.
En ese
momento decidió poner un taller en el garaje de su casa, pero su padre al
principio no aceptó porque él quería que su hija estudie una carrera.
Ante la
insistencia de su padre, Marina postuló a una universidad para seguir los
estudios de psicología, pero al mismo tiempo puso su taller en el que creaba
carteras de pieles y cinturones de la época de manera artesanal.
Así sus
productos comenzaron a hacerse conocidos entre los dueños de las tiendas,
quienes hasta hacían cola para que les hagan las carteras.
Mientras
tanto ella seguía estudiando en la universidad donde conoció el amor, se casó y
al poco tiempo nació su primer hijo.
En ese
tiempo, a pesar de que Marina no contaba con mucho dinero, se arriesgó a
alquilar una tienda en una conocida galería del Jirón de la Unión y le puso el
nombre de su hijo: Renzo Costa.
“Gracias a
Dios apareció una señora trujillana que me dio una cantidad de dinero para que
le confeccione carteras y al mismo tiempo así llené mi tienda de productos”,
recuerda la emprendedora.
Debido a
la gran cantidad de gente que acudía a la tienda, contrató a personal y al poco
tiempo compró un local en la cuadra 5 del mismo Jirón de la Unión.
Ahí es
cuando decide viajar a Argentina y traer un modelo de las casacas de cuero e ir
entrando en ese rubro. Todo iba de lo mejor. Sin embargo, Marina y su familia
decidieron irse a Chile debido a que el país pasaba por momentos inseguros.
Allí abrieron locales Renzo Costa teniendo también una gran acogida. Después de
varios años, regresan al Perú y continuaron abriendo más locales en diversos
lugares del país.
Todo
estaba bien hasta que llegó el Fenómeno del Niño, lo cual les afecto porque la
gente ya no compraba casacas de cuero
debido al calor que hacía.
“Ese fue
el momento más difícil que tuve que pasar hasta queríamos rematar la marca pero
lo que hicimos fue convertirlo en oportunidad porque decidimos incursionar en
billeteras y accesorios”, dice Marina.
Y así
continuó la marca Renzo Costa expandiéndose con locales en Plaza San Miguel,
Jockey Plaza y exportaciones a EE.UU., Alemania y Holanda. “No hay que
asustarnos frente a las dificultades siempre hay que ser perseverantes teniendo
confianza en uno mismo”, nos recomienda.
En 2011
Marina Bustamante, fundadora de la reconocida fábrica textil Renzo Costa junto
a otras mujeres de una decena de países fue premiada por su espíritu emprendedor con los premios
International Women’s Entrepreneurial Challenge (IWEC) -Desafío Empresarial de
la Mujer- durante un acto celebrado en Nueva York.
Actualmente
cuenta con más de 30 tiendas en el Perú
y 4 tiendas en Chile.
“Uno
siempre puede seguir su sueño, luchar por él y consíguelo, porque las
oportunidades existen, solo es cuestión de luchar hasta conseguirla”, nos recomienda
Marina.
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